Por elecciones limpias

Aunque faltan unos cuantos meses para los comicios de febrero de 2017 es tiempo de tomar medidas y hacer ajustes para que las elecciones no solo sean limpias, como deben ser, sino que lo parezcan.

El Consejo Nacional Electoral, CNE, decidió recién, en atención a la crisis económica que agobia al país, recortar el presupuesto. Esto quiere decir o que se hará un esfuerzo importante para gastar menos - ¿ y nos preguntamos porque no se hizo antes? - o se gastaba en cosas insustanciales.

Un tema pendiente que tiene el CNE es terminar de una vez por todas de aprobar a los movimientos y partidos políticos que han presentado miles de firmas y cuya legalización se dilata desmesuradamente. Todos los partidos, si cumplen con los requisitos, ya deben entrar en la fase de preparación de la justa electoral, formular planes y programas de acción, formar alianzas y definir los procesos internos de selección de las candidaturas.
La ciudadanía espera celeridad de las autoridades electorales y un proceso serio y minucioso de selección de los mejores candidatos, y eso toma su tiempo y seso.

Un tema que ha quedado debiendo el Consejo Electoral en anteriores ocasiones es el freno a la actividad política d e quienes ejercen el poder, no solamente a nivel de los gobiernos autónomos descentralizados sino del Ejecutivo, para evitar que alguien juegue con ventaja, aunque esta vez, como no ha ocurrido desde hace más de una década, el Presidente no vaya a ser candidato. Pero la tentación de echar una bendición a quien oficie misa de su parte siempre estará agazapada y no ofrecería condiciones equitativas de competencia para todos.

Muy sano sería que - aunque ya algún Presidente de una función que se dice ‘autónoma’ fue exhortado para que no exhorte-, que se insista en un tema. Que cese con antelación al proceso la propaganda gubernamental para que los candidatos del movimiento oficial corran sin ventaja sobre sus oponentes y rivales políticos.

Esta es una condición importante y sería un ejercicio sano para que los vocales del alto organismo del sufragio despejen las dudas sobre su independencia del Poder Ejecutivo, ya que el modelo concebido en la Constitución no ha sido - lamentablemente- un ejemplo de independencia de las funciones. Antes dominaban los partidos políticos más votados al Tribunal Supremo Electoral, pero ahora todos los vocales parecen cercanos al Gobierno.

Para completar la tarea es indispensable mostrar las elecciones ante la observación internacional. En otros procesos durante este Gobierno se recibió misiones de la OEA que conversaron con autoridades del Ejecutivo y los medios. Ahora se sataniza la petición de los opositores a la OEA, acaso por las tensiones entre el Secretario General de la OEA y el Presidente de Venezuela y su régimen opresivo.
EL CNE debe abrir las puertas. Tiene la ocasión para organizar unas elecciones limpias donde brille la voluntad popular.

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