Los ambateños deben sentirse orgullosos de que pese a la crisis económica que vive el país, la ciudad ha podido generar más empleo y su economía se ha dinamizado muy bien, por lo menos en el último año.
Hay más producción, más ventas, más inversión en maquinaria e infraestructura, más crédito y más capacitación. Casi todos los sectores productivos se han revitalizado: el calzado y cuero, el carrocero, el textil, el comercio y la agricultura.
El Observatorio Económico de la Universidad Técnica de Ambato determinó que se generaron 7 000 nuevas plazas de trabajo en entre diciembre del 2016 y 2017.
Esa reactivación se ha dado en cadena, porque cada uno de los sectores hizo su contribución; es decir, han caminado juntos. Claro, también incidieron la estabilidad política, el otorgamiento de créditos y la apuesta de los empresarios a nuevas inversiones con fondos propios.
Las empresas contrataron entre 40 y 100 personas adicionales para mejorar su producción; y a la final, cada área productiva dio empleo a más de 1 500 trabajadores.
Esa vinculación de todos los sectores, como sucede en Tungurahua, da resultados positivos. Es conocido que esa provincia se caracteriza por articular su desarrollo de forma conjunta. Los sectores privado y público, y la universidad trabajan en un plan provincial con un mismo objetivo en todos los ámbitos, como el económico, social, ambiental, educativo, de investigación, riego y muchos otros aspectos.
El propósito es potenciar la vocación empresarial, agrícola y comercial de la provincia, con la participación de todos. No por nada allá están, por mencionar algunos datos, las empresas más importantes de fabricación de carrocerías, el 80% de la producción nacional de calzado y 700 negocios de textiles.
El ejemplo de Tungurahua podría tranquilamente funcionar en otras provincias, partiendo de que cada una tiene su vocación productiva y sus particularidades.