Egipto se independizó a inicios del siglo pasado, en 1922, pero solo alcanzó autonomía de Gobierno luego de la Segunda Guerra Mundial. El coronel Abdel Nasser lideró una revuelta en contra de la monarquía que por aquel entonces reinaba en aquel país, y se instaló en el poder hasta su muerte, en 1970. En 1971, aquel país aprobó una nueva Constitución que creó un sistema fuertemente presidencialista que entregó muchas atribuciones al Jefe del Ejecutivo.
Anwar al-Sadat fue el primer mandatario que ejerció a plenitud los amplios poderes de aquel nuevo marco constitucional, hasta su asesinato en 1981. Desde entonces, Hosni Mubarak -vicepresidente de Sadat, en ese momento- asumió el mando de Egipto. Durante 29 años, Mubarak ha gobernado con mano de hierro a su país. Lo ha hecho a base de consultas populares para pedir a los ciudadanos cada vez más poderes y atribuciones.
Freedom House (FH) -una organización internacional que monitorea las libertades civiles y políticas en todo el mundo- asegura que Mubarak ha ganado todas aquellas consultas por el alto grado de abstencionismo de la población y porque los votos finalmente son manipulados para que reflejen una amplia victoria del oficialismo.
Como consecuencia de aquello, Egipto es, desde hace años, una dictadura, asegura FH: en aquel país, una persona va a prisión si insulta al Presidente. La mayoría de los medios son propiedad del Estado y el presidente Mubarak en persona es quien elige a sus editores y directivos. Los periodistas pueden recibir multas severas y penas de prisión, si publican considerados ofensivos o inapropiados por el Gobierno.
Hace años, el régimen de Mubarak pasó una Ley de Educación que, según él, buscaba asegurar la calidad académica en Egipto. Lo que finalmente sucedió es que la libertad de cátedra fue eliminada en aquel país. Los rectores y decanos de las universidades son nombrados por el Estado y los contenidos de las clases son revisados por el personal de Seguridad del Gobierno, reporta FH.
Los derechos de asociación y organización también han sido restringidos en Egipto.
El Gobierno puede disolver las organizaciones no gubernamentales o bloquear sus fondos sin orden judicial previa. Los derechos de asociación también han sido afectados. Las personas que protesten contra el Régimen son apresadas bajo la acusación de que sus actividades están reñidas con la moral o porque atentan contra la unidad del país, asegura Freeedom House.
Casi tres décadas les ha tomado a los egipcios para salir de su letargo. El problema consiste ahora en cómo asegurar una transición democrática e impedir que la salida de Mubarak sólo dé paso a otro tirano con un discurso renovado.