Siempre se dijo que la música que compuso Wolfgang Amadeus Mozart, era recomendable durante el embarazo porque, posiblemente, estimulaba la inteligencia del bebé en su etapa de gestación. El genial músico nacido en Viena, el 27 de enero de 1756, fue un compositor versátil, dominó con excelencia muchos géneros musicales, escribió sinfonías, óperas, compuso música de cámara.
Mozart realizó composiciones para diversas agrupaciones de instrumentos, incluyendo el cuarteto y el quinteto de cuerda y la sonata para piano. Estas formas no eran nuevas, pero Mozart realizó avances en la sofisticación técnica y en el alcance emocional de todas ellas.
La música del gran compositor vienés es una invitación a la paz, al oírla permite meditar. La madre que espera un bebé se comunica permanentemente, está siempre dispuesta a describirle el mundo al hijo que está por nacer. Se ha creído que con música romántica y académica la comunicación pudiera resultar más fluida y también más placentera.
Todas las sinfonías fueron extraordinarias, lo mismo que los conciertos para piano, oboe, clarinete, etc. Una vasta creación donde no se puede omitir el Réquiem, su última obra que, para algunos, fue como una autobiografía.
Las investigaciones han comprobado que las criaturas expuestas a la música del compositor vienés logran un aumento o estímulo en la inteligencia. Otros estudios señalan que no solo la música de Mozart genera ese estímulo, en general la música de los grandes maestros, especialmente aquellos del período barroco y del clásico tienen ese plus que alimenta a la inteligencia.
Una nueva investigación fue divulgada el mes pasado por la revista estadounidense Neurpsychology, editada en el Centro Médico de Kansas. Se demuestra que las capacidades cognitivas de los niños que se desarrollaron en un ambiente musical aumentan en edades más avanzadas.
En la investigación fueron examinadas 70 personas de entre 60 y 83 años, todos en excelentes condiciones físicas y sin que hayan desarrollado Alzheimer. Fueron separados en tres grupos: los que nunca escucharon música ni en la gestación ni en la niñez, otros que la oyeron durante nueve años y finalmente un grupo que ha escuchado música por más tiempo.
Los que estuvieron expuestos a la música por más de 10 años acusaron mayores habilidades en la memoria y una mayor flexibilidad cognitiva o en la adaptación a nuevas informaciones, de acuerdo con la investigación.
La profesora de neurología Brenda Hanna-Pladdy, citada en la investigación, manifestó que para tocar un instrumento musical se requiere de mucha práctica y de aprendizaje. Eso puede crear en el cerebro conexiones alternativas que compensarían el declive de la capacidad cognitiva en la edad avanzada, indicó la científica.