Trataré otro tema en esta nota pero mis primeras palabras no pueden ser sino de solidaridad con el periodista Martín Pallares.
Hasta hace poco dudaba de que Estados Unidos estuviera en decadencia. Su poderío económico, militar, tecnológico es el mayor del mundo, su capacidad creativa en materia cultural es admirable e influye universalmente, pero últimamente hay manifestaciones sociopolíticas internas que me hacen pensar que ese poderío se deteriora, que algo anda mal en esa gran nación.
El tratamiento que se da a buena parte de los migrantes que sostienen la economía estadounidense es penoso. Son vejados por autoridades y élites después de que ese país se precia de haber sido la tierra de acogida de los perseguidos del mundo, de los que buscaban una vida mejor con su esfuerzo y trabajo. ¿Les suenan los nombres Obama, Rockefeller, Kennedy, Kissinger, Pacino, De Niro? Pues todos, y muchos más, son estadounidenses fruto de la inmigración. Ese maltrato que reciben los migrantes hoy –recuérdese la situación de decenas de miles de niños en la frontera con México- no es más que chocante xenofobia.
Con los recientes y no pocos abusos contra los afroamericanos por parte de la policía, ha retornado el intolerable fenómeno del racismo. Han muerto en los últimos años afrodescendientes en manos de policías blancos en circunstancias más que dudosas. Unos estaban desarmados, otros por delitos menores. Según el Washington Post, “desde 2005, de los miles de casos de muertes en manos de la policía, los dos tercios eran afrodescendientes” y los oficiales responsables solamente han sido 54, de los cuales el 75% eran blancos. Los casos de Los Ángeles, Ferguson, Misouri y otros son ejemplos recientes de esta repudiable realidad.
Y, por último, ha aparecido un impresentable magnate de apellido Trump, que quiere ser presidente de los Estados Unidos, proponiendo múltiples dislates que si no fuera por la acogida que ha tenido en la opinión pública, pocos lo tomarían en serio. Este señor ha denigrado a las mujeres por su peso, por su inteligencia y por su origen; ha insultado a los mexicanos (en realidad a todos los latinos) achacándolos de ladrones y de violadores; ha dicho que los expulsará del país y les hará construir un muro en la frontera. Ha ofendido a los veteranos de guerra de Estados Unidos injuriando al senador McCain, héroe militar de su propio partido. Ha hecho mofa de su adversaria demócrata Hillary Clinton y le ha atribuido la responsabilidad del fiasco de Iraq, cuando fueron sus correligionarios Bush padre e hijo los culpables de esa guerra, que mató a tantos seres humanos.
Pues este individuo, que cree que puede comprar la Presidencia apoyado en su dinero, en la xenofobia, la misoginia, tiene cerca del 30 % de aceptación entre los republicanos y el que le sigue tiene menos del 10%.
Ahí viene mi interrogante: ¿están los Estados Unidos en decadencia?