Salen del horno los primeros datos de un estudio del Contrato Social del Ecuador (CSE) usando fuentes oficiales sobre financiamiento de la educación pública entre el 2006 y el 2010, que ratifican algunos aspectos conocidos, pero también revelan otros que rompen con algunos mitos y abren a debate las prioridades y sentidos políticos de la revolución ciudadana.
Una primera constatación ya sabida es el significativo aumento del presupuesto para Educación General (Educación General Básica (EGB) y Bachillerato). Su presupuesto pasó de 956 millones en 2006 a 1 716 en el 2010. El aumento fue de cerca de un 80%, esto es de 761 millones en estos años.
Sin embargo, llama la atención que en el mismo periodo el presupuesto para defensa y seguridad (militares y policías) tuvo un incremento de cerca de 300%. Pasó de 1 212 millones de dólares en el 2006 a 3 017 en el 2010.
Si se lleva el tema a un mayor nivel de desagregación y comparación aparecen otras novedades. La inversión educativa en las niñas y niños más pequeños, en EGB (primero a décimo de básica) del 1,2% PIB en el 2006 sube 1,4% del PIB en el 2010. En otras palabras pasó de 513 millones en el 2006 a 841 en el 2010. Hubo un aumento de 328 millones.
Pero el presupuesto de EGB en relación al porcentaje del gasto público del Gobierno Central el monto baja, de 5,3% en el 2006 a 3,8% en el 2010. Respecto a la inversión en EGB frente al presupuesto social (educación, salud, vivienda, trabajo, bienestar social) el fenómeno es más sorprendente. Si en el 2006 fue el 25,9% del presupuesto social en el 2010 se reduce al 15,1%, perdiendo 10 puntos porcentuales. En relación al peso que tuvo en el Presupuesto General del Estado la EGB baja del 5,9% en el 2007 al 3,8% en el 2010.
Las sorpresas aumentan cuando se observa el destino de la inversión de los recursos. Así el 99% del presupuesto público en educación básica se invierten en los denominados “gastos corrientes”: (remuneraciones de los docentes y personal administrativo). En el 2010 el gasto de inversión (proyectos de innovación, calidad) fue de 0,3% (2,4 millones). De este 99% el 97%, esto es 816 millones van para las escuelas mal denominadas “hispanas”. Sólo el 0,4% va para las Escuelas de la Educación Intercultural Bilingüe que acogen a los niños y niñas de los pueblos y nacionalidades indígenas.
En fin, “el gasto militar y en seguridad durante el 2010 representó el 358,9% del gasto en educación básica, es decir 3,6 veces mayor”.
Luego de esta información nos invade el desconcierto y algunas preguntas: del indudable incremento en la inversión en educación, en defensa y en seguridad ¿cuáles son los resultados en calidad educativa y en reducción de la inseguridad? Pero la duda mayor es ¿la educación y los niños son las prioridades más importantes de la revolución ciudadana?