¿Qué importancia tiene la educación municipal? Los criterios coinciden en que es competitiva entre las mejores escuelas y colegios; o que también responde a necesidades apremiantes en sectores pobres. Pero al ser estrictos con las nuevas normas de repartición de competencias entre el gobierno central y gobiernos subnacionales, debería corresponderle al gobierno central. La educación municipal pierde pertinencia o no debería existir.
La nueva Ley de Educación, sigue la idea que el gobierno central debe definir no solo idealmente las orientaciones generales, sino en los hechos programas, funcionamiento, procedimientos de aplicación y realización concreta de todos los planteles.
Entonces, la educación municipal ya no tendría razón de ser algo particular, a pesar de estar en un Estado pluricultural, en el que deberían contar las diferencias. Hipotéticamente podría ser eso un paso para lograr más igualdad social y ciudadanía; suma hecha, el ser iguales se concreta en aspectos claves para la movilidad social, el trato ante los demás o ante el Estado.
Sin embargo, el reconocimiento de las diferencias ha sido en todas partes del mundo un paso tan decisivo como el de igualdad para que las personas no vivan exclusión y al contrario puedan valorizar sus peculiaridades culturales y afirmarse como personas y pueblos. Aún más, la experiencia ha mostrado que en la mayor parte de temas, el poder local podía mejor hacer y mejor concretar las políticas generales del gobierno. No únicamente de ser ejecutores, como en principio es el avance hecho en las nuevas normas de descentralización, ya que el gobierno central sería un pésimo ejecutor, sino de adaptar o definir la norma general a las condiciones y a las perspectivas locales.
En la elaboración de las normas de descentralización predominó no una visión de lo que Estado o instituciones significan sino una visión y discurso de unir al Ecuador, lo cual se tradujo en centralizar las decisiones y calzó a maravilla con el ímpetu presidencial de dirigir y controlar. Nosotros propusimos una cláusula de “adaptación” para el poder local, pero las mentalidades no estaban para sutilezas. Ahora se ve la pertinencia y es notorio con la educación municipal. ¿Vale la pena que el municipio sea un simple ejecutor de la Ley de Educación y tenga entidades escolares que ahora presurosas siguen solo esa ley sin encanto particular? Una educación municipal con identidad propia en lo pedagógico, desarrollo personal, social y cultural pierde sentido cuando debería ser lo que le justifica. Y es aún más complicado pensarla aunque el neocentralismo lo limite, que los decidores no se plantean el problema; los docentes juran solo por la nueva ley y sus exigencias de control. Estas ganan a la particularidad de objetivos y gestión, sin conjugar igualdad y singularidad.