Piensen en lo que es más importante para ustedes. Si tienen hijos o hijas, su educación es una prioridad. Y así debe ser en cualquier situación y más aún en una emergencia como la que vivimos por el covid-19 y que afecta a más 4,5 millones de estudiantes en Ecuador. Así como las familias juegan un papel fundamental para que la educación continúe, en los últimos meses nos hemos dado cuenta, aún más, de la importancia de los profesores en la vida de los niños. Por otra parte, es necesario reconocer el esfuerzo de las autoridades educativas para adaptar el currículum a la emergencia y responder a ella en un contexto tan desafiante. Nosotros, desde Unicef hemos estado apoyando al Ministerio de Educación en temas como las plataformas virtuales, televisión y radio, acompañamiento pedagógico y psicosocial, conectividad o educación intercultural bilingüe. La premisa principal de la educación en emergencia es que su continuidad permite que los niños y sus familias tengan un mayor sentido de normalidad. En cualquier modalidad, lo fundamental es mantener el contacto entre docentes, estudiantes y familias para monitorear logros en aprendizaje y conocer su situación de salud física y emocional. En este sentido, el 47,3% de estudiantes ha mantenido contacto diario con su profesor y un 29,6% recibió su apoyo psicoemocional. Esta es una muestra de que vamos por buen camino, pero es necesario fortalecer esa relación. Hemos aprendido que cuanto más tiempo permanezcan los estudiantes fuera de las escuelas, mayor es el riesgo de que nunca regresen, especialmente los más vulnerables. Por lo que seguimos trabajando junto con las autoridades nacionales y la sociedad civil en un plan para que la educación continúe y que contempla el retorno a la escuela de forma paulatina y únicamente cuando existan las condiciones bio sanitarias para hacerlo. Esta iniciativa es importante porque, si bien la educación a distancia es una alternativa en emergencia, no debe reemplazar a la modalidad presencial. Esta última es la única que promueve la protección integral de los estudiantes, la socialización y el contacto directo con el docente.
Gracias a la apertura del Mineduc y al trabajo con el Grupo de Educación en Emergencias se ha diagnosticado sobre las condiciones de agua, saneamiento e higiene en las instituciones educativas. Además, sondeamos la situación de estudiantes, docentes, personal de los Departamentos de Consejería Estudiantil, así como de quienes tienen discapacidad o están en condición de vulnerabilidad. Es un afán constructivo que nos llama a trabajar juntos en base a la evidencia y a continuar con este monitoreo que debería ser permanente. Antes, la educación enfrentaba desafíos importantes que se verán agravados por el covid-19. Esta es la oportunidad de re imaginarla pero para que estos cambios se puedan cristalizar se requiere de colaboración porque la educación es cosa de todos.
Joaquín González-Alemán *
*Representante de Unicef