LAS ZANJAS FRONTERIZAS

La vecindad entre Ecuador y Colombia, entre las poblaciones serranas próximas a Tulcán e Ipiales, se ha visto sorprendida por el ruido de los tractores militares. Se trata de inmensa maquinaria que remueve tierra. Los soldados cavan zanjas -como si de trincheras de guerra se tratase- para 'delimitar' los pasos fronterizos no convencionales.

La operación, por extraña, puede recordar anacrónicas defensas como por ejemplo la línea Maginot, superada como un castillo de naipes en el Segunda Guerra Mundial por las tropas alemanas para invadir Francia, o los fosos de los castillos medievales.

La orden proviene de la Gobernación de Carchi y, para cumplirla, uniformados entran en la propiedad privada de varios ecuatorianos y cavan zanjas de hasta tres metros de profundidad en zonas habitadas, para impedir el paso clandestino del comercio, que, como se sabe, elude el puente internacional de Rumichaca.

'Blindar' de ese modo la frontera, a más de inútil, parece una misión imposible. Peor aún cuando hay casos de propiedades binacionales de tierras y casas que se asientan en ambos países. Mientras las diferencias de precios entre uno y otro país sean considerables será imposible frenar el contrabando. Sus actores se darán modos para seguir pasando mercaderías. Habría que poner el ojo en grandes productos como la gasolina, el gas y los licores que emplean caminos distintos a los que motivan la curiosa delimitación.

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