El Gobierno lanzó al mundo una iniciativa que recibió elogios: buscar recursos internacionales para dejar el petróleo bajo tierra en el Parque Nacional Yasuní. Pero, pese a las múltiples gestiones, el proyecto avanza lentamente.
Como as bajo la manga aguarda el plan B. Es un proyecto de Petroecuador para extraer el petróleo donde las millonarias reservas de los campos Ishpingo -Tambococha – Tiputini (ITT) se acumulan en el subsuelo.
El mundo tiene una deuda pendiente. Los protocolos ambientales y los compromisos por luchar contra el calentamiento global, apaciguar el efecto invernadero y rebajar las emisiones de CO2 no son suficientes ni llegan a las metas que se han propuesto.
El país tiene 44 parques nacionales. Uno de ellos es el Yasuní, donde además existen pueblos no contactados que manifiestan su voluntad de mantenerse al margen de la incorporación al mundo civilizado y el peligro de contaminar su cultura y vida primitivas.
El Gobierno propone a la comunidad internacional una gran colecta a cambio de contribuir con no explotar las reservas en una parte del Parque Nacional Yasuni y así aportar a la disminución del CO2.
Pero la iniciativa avanza lenta. Muchos viajes, diálogos, promesas y poco dinero recaudado. Muchas cabezas y gestores diplomáticos y ambientalistas pero pocos resultados.
Todo hace pensar que, dadas las urgencias económicas de un fisco ávido de captar dinero (los préstamos con China, el paquete de impuestos), se terminará optando por el Plan B para extraer el crudo y aumentar las reservas y montos de producción del oro negro, ahora que su precio es envidiable. El pragmatismo ganaría la partida a la utopía y al discurso.