Llama la atención que todavía los abogados del ciudadano Rafael Correa no hayan entregado ningún escrito finalizando la acción en contra de los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, autores del libro ‘El Gran Hermano’.
Después de una cadena de TV, el montaje de pantallas gigantes, la invitación a diplomáticos y la insólita presencia de los máximos representantes de las funciones del Estado, en el Palacio de Carondelet, para anunciar el perdón y la remisión en los juicios a El Universo y autores de ‘El Gran Hermano’, en el primero el documento se presentó en la Corte Nacional esa misma tarde.
En el caso de Calderón y Zurita, esa acción todavía no se concreta. El país y la opinión pública mundial que han seguido con preocupación el tema están a la espera de que se cumpla la palabra empeñada.
El episodio que se cierra, más allá del alivio por los imputados, es un caso cuya desproporción y desmesura no se compadece con el convivir democrático y deja hondas huellas. Todavía sigue en pie un proyecto de Ley de Comunicación con artículos peligrosos contra la libertad de las ideas, con el riesgo de la figura estrambótica de los autores coadyuvantes que se esgrimió por parte de la argumentación acusatoria.
Además, con reformas potencialmente peligrosas anunciadas en materia penal. El Ecuador no cumple con compromisos internacionales adquiridos en derechos humanos como la despenalización de los delitos de opinión.
Las colectividades nacional y mundial siguen vigilantes.
El afán gubernamental por controlar los contenidos de la prensa libre no ha cesado. Se ha proclamado una victoria, hay muchas derrotas implícitas. Ojalá no sigan los ataques y las diatribas.