Una multitud de personas de distintos partidos y ciudadanos independientes marcharon el jueves por las calles de Caracas.
Todos convergían en un solo afán: que el Consejo Nacional Electoral dé paso al referendo revocatorio que la Constitución ampara.
Los discursos altisonantes y las amenazas del Presidente Nicolás Maduro y del ex presidente de la Asamblea, el chavista Diosdado Cabello no intimidaron.
El Régimen, con su acostumbrada mano dura y su arrogancia, siguen polarizando al país. Bloquearon carreteras y pusieron todo tipo de trabas, pero la gente se volcó a las calles de modo multitudinario y pacífico.
La autoridad electoral, sospechada de estar controlada por el Ejecutivo, llevó las cosas al extremo y si bien no pudo impedir la convocatoria al referendo exigido por millones de ciudadanos, forzó al límite del calendario para evitar que se produzca, si el resultado es adverso al Presidente Maduro, una nueva elección presidencial sino una sucesión hasta el fin del período.
Las miradas del mundo están sobre Venezuela. Los presos políticos son una triste realidad y las protestas de años pasados tuvieron una represión con más de 40 muertos.
Varios presidentes del mundo han querido mediar y el Régimen les voltea la espalda. Una asambleísta y precandidata presidencial ecuatoriana fue expulsada. La gente en las calles no aguanta más el hambre y la falta de libertad. Este infierno debe terminar.