Una vez más, la postura del Gobierno del Ecuador en el alto foro de Naciones Unidas, más concretamente en el Consejo de Derechos Humanos que funciona en Ginebra, genera confusión.
El Consejo analizó la conformación de una comisión para investigar las denuncias de violaciones a los derechos humanos en Bielorrusia. El Ecuador votó en contra, junto a Rusia, India, China y Cuba. 20 naciones, varias de ellas latinoamericanas, se abstuvieron. Al parecer la postura se asumió, según fuentes diplomáticas, por cuanto hay otras investigaciones en curso.
Además, esta votación pudiera reflejar una disputa geopolítica entre Rusia y la Unión Europea.
Bielorrusia es una de las ex Repúblicas de la URSS que mantiene un férreo régimen político desde la atomización de la gran potencia comunista. Su gobernante, Alexander Lukashenko, gobierna desde 1991; la oposición apenas respira y la prensa no tiene opciones de trabajar con libertad. Mantiene buenas relaciones con Cuba, Venezuela y Corea del Norte.
En días pasados, Lukashenko estuvo en Ecuador, país que también profundiza relaciones con China e Irán. Sería cuestionable que el país cultivara solo ciertos nexos políticos y comerciales, dentro de una suerte de reedición de la Guerra Fría en pleno siglo XXI. Este voto merece una explicación detallada. Pero en el Consejo de DD.HH. se volvió a tratar el caso de Siria, de cuya dictadura y represión desatada tras la Primavera Árabe no cabe duda en el planeta.
Contrariamente a una criticada postura en una votación anterior, ahora Ecuador votó por una condena al Gobierno sirio a la que se opusieron China, Rusia y Cuba. Esta rectificación es saludable. La tradición de respeto a los DD.HH. ha sido una constante de la política exterior ecuatoriana.