VIAJES POR EL MUNDO

Una política exterior está acompañada de contactos personales y diplomacia directa. Esa política, empero, debe arrojar resultados.

Una mirada fría muestra la poca eficacia del largo periplo del Canciller ecuatoriano por seis países, en el que se empleó el avión presidencial y 21 días consecutivos. En España dialogó con funcionarios del Gobierno saliente, pues hay elecciones anticipadas y es poco probable que repita la misma tendencia que hoy gobierna.

En Alemania se tensó la cuerda con críticas al Ministro de Desarrollo que se opone a una contribución económica para la Iniciativa Yasuní-ITT. Apenas si se logró un memorando de entendimiento para capacitar a estudiantes ecuatorianos y una cita con empresarios alemanes cuyos resultados se desconocen.

El Ministro de Relaciones Exteriores colocó en su agenda visitas a repúblicas de la ex Unión Soviética como Azerbayán y Bielorrusia, que tan solo dejó la intención de crear un comité económico conjunto con Bielorrusia.

Otro viaje que merece evaluarse es el del Presidente a Nueva York. Su ausencia de la reunión de la ONU, su conferencia, con epítetos incluidos a un periodista de una organización de prestigio internacional, la declaratoria de persona no grata de un alcalde y una cadena sabatina supuso un gigantesco despliegue de funcionarios y prensa oficial.

Como guinda del pastel está la visita a Washington de autoridades a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, tan profusa como inútil para tratar de defender la política del Gobierno sobre los derechos humanos, y sus ataques a la prensa libre.

Los viajes son importantes, pero deben ser bien orientados para que arrojen resultados positivos para el país.

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