Casi dos semanas antes de la toma de posesión, el presidente electo Lenín Moreno emprendió un viaje a los países vecinos.
No debe sorprender que un mandatario electo efectúe viajes que considera importantes para su mandato.
Si bien es cierto que no se trata de un periplo oficial, el mensaje de amistad y cooperación dota a estas visitas de contenido y razón de ser.
La relación de los presidentes en funciones, en ambos casos, ha sido cordial. La coyuntura que atraviesa el vecino del norte es significativa. Con el proceso de paz logrado con las FARC, los temas de seguridad en la frontera son cruciales. El impulso al trabajo de la Comisión Binacional Fronteriza y el intercambio de información de inteligencia son clave para la seguridad de nuestro país, frente a los embates del narcotráfico y las filtraciones de fuerzas irregulares o de bandas criminales.
En el caso de Perú, estrechar relaciones, mantener los gabinetes binacionales y fortalecer el comercio fronterizo y los controles, es otro aspecto importante, signado por los acuerdos de Paz que sellaron viejas disputas.
Con ambos países el comercio incide y ahora Ecuador está a cargo de la Comunidad Andina de Naciones. La relación con la Unión Europea, ahora que Ecuador ha adherido al acuerdo multipartes, es otro factor significativo.
Los viajes presidenciales deben tener objetivos claros, más allá de la figura de los mandatarios; su agenda siempre debe implicar razones de Estado.