Un año de cárcel y maltratos cumplió Leopoldo López, el líder político de oposición al Gobierno chavista.
Cuando hace algo más de un año las protestas estudiantiles llevaron a una situación tensa, nadie hubiese imaginado que la represión y la violencia como respuesta a las manifestaciones iban a mostrar un rostro tan esperpéntico.
Con la fuerza de las armas, el Gobierno de Nicolás Maduro resiste el momento de crisis económica más complejo que haya registrado todo el período chavista.
A la agudización de las contradicciones por la polarización y el desencuentro entre venezolanos que piensan distinto hay que sumar la descomposición social agravada por años de incompetencia para afrontar el problema severo de la delincuencia crónica y el crimen.
El descrédito político, la falta de libertad de expresión, la corrupción evidenciada en denuncias y ahora la baja del precio del petróleo en el mercado internacional acrecientan la crispación ciudadana en este último tramo de un episodio tan largo como incierto.
Más allá de voces solidarias que comparten sus discursos y su estilo populista, el desgaste internacional ha llevado al casi nulo apoyo obtenido en las giras internacionales del presidente Maduro.
Venezuela merece un tiempo de tranquilidad, una etapa de construcción de armonía y comprensión social donde se depongan mezquindades por el bien común. Demandará años de esfuerzo construir una convivencia democrática, por hoy casi demolida desde sus bases.