¿CUÁNTO VALE LA PALABRA?

Este proceso político de ‘cambio’ que vive el país pone a prueba valores humanos fundamentales. La palabra empeñada y la firma en los acuerdos parlamentarios han quedado devaluadas por la acción política que revive las antiguas prácticas parlamentarias que tanto se criticó a la ‘partidocracia’.

El 17 de diciembre de 2009 un acuerdo multipartidista logró un documento muy importante. Por primera vez en este ejercicio parlamentario distintas fuerzas coincidían. Era una buena noticia y suponía un avance plausible. Además, en el acuerdo que fue público los distintos sectores políticos concordaban en dar al país una Ley de Comunicación que no violente los principios esenciales de la libertad de expresión y la libertad de prensa indispensables si se quiere vivir en democracia. El acuerdo hablaba de la formación de un Consejo de Comunicación independiente sin representantes del poder político. Lo contrario a lo aprobado por la mayoría de los miembros de Alianza País en la Comisión Ocasional burlando su propia palabra empeñada.

La oposición con tesonera argumentación demostró al país que el tiempo acordado para el tratamiento del proyecto concluyó, mientras Rolando Panchana se hacía cargo de la Presidencia de la Asamblea y su suplente actuaba en la comisión, lo que invalidaba el acto legislativo.

Lograron un acuerdo y consiguieron 66 firmas - una mayoría - para tratar el tema en el Pleno de la Asamblea. La práctica gastada del pasado volvió al hemiciclo legislativo. No aparecieron algunos legisladores, faltaron seis votos por distintas causas. Sorpresivamente, el Presidente de la Asamblea clausuró la sesión. La oposición considera que se debió suspenderla y no clausurarla .

No sostuvieron la palabra ni su firma. Una verguenza.

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