La urgencia por obtener dinero rápido muchas veces ciega la razón. El delito de la usura tiene hasta dos años de prisión pero los testimonios muestran que en muchos casos los delincuentes son especialistas en no dejar huellas.
Los afectados pierden propiedades, sufren estragos de salud y pesadillas y, en algunos casos, pagan con la vida la deuda adquirida de forma ilegal.
Los usureros, conocidos popularmente como chulqueros, ofrecen a viva voz el dinero en mercados y lugares públicos donde los pequeños comerciantes necesitan liquidez rápida para que circule su mercadería. Los prestamistas exigen a cambio cheques, letras o pagarés en blanco. Los datos oficiales son decidores. La Fiscalía de la Nación recogió 396 denuncias de enero a julio. El 28% de los casos ocurrió en Pichincha; el 18.9%, en Guayas; el 8.6 %, en El Oro; y el 8.3%, en Manabí.
La deuda se vuelve eterna y la intimidación para el cobro lleva a los deudores a la desesperación. Muchos pierden propiedades. La reportería de EL COMERCIO mostró que se ha formado una asociación de perjudicados que pide a la justicia actuar y busca una cita con el Presidente para exponer sus casos. Muchos de los afectados no se acercan a la banca formal o tiene recelo de acudir a préstamos legales pero caen en las redes de los chulqueros. La intimidación llega hasta amenazas de muerte, en muchos casos, fatalmente cumplidas. Todo un drama humano.