La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) está en crisis. El viernes, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y Paraguay anunciaron su intención de suspender su participación por tiempo indefinido.
El ente lo integran 12 Estados. A más de los seis que cuestionan, completan la lista Guyana, Surinam, Bolivia, Uruguay, Venezuela y Ecuador, país sede.
Los países que van por la suspensión cuestionan la acefalía de ya 15 meses, luego de la salida del expresidente colombiano Ernesto Samper.
Para reemplazarlo se debía contar con un nombre de consenso, algo difícil por las circunstancias políticas en los miembros y probablemente las visiones ideológicas en un continente signado por denuncias de corrupción.
La sede de la Unasur está en Quito, en la Mitad del Mundo. Se trata de un edificio de formas contemporáneas que le costó al Estado ecuatoriano, es decir a sus contribuyentes, USD 55 millones.
Eran tiempos del derroche, ya que ese dinero pudo tener un mejor destino o, en el mejor de los casos, debió ser cubierto por los Estados miembros. Pero la ‘revolución’ hizo su gesto espléndido con el dinero de la gente común.
Por si fuera poco, se erigió la estatua del expresidente argentino Néstor Kirchner, cuyo mandato y el de su esposa están salpicados por denuncias de corrupción. Es como la lápida en la puerta de un templo al desperdicio.
Hoy la razón de ser del ente está en entredicho, pese a la defensa de quienes siguen instalados en el pasado.