La democracia es un camino más difícil de transitar que aquel de la imposición y el poder vertical. Está probado.
Por esa razón, el proceso de reconstrucción de la institucionalidad que experimenta nuestro país en estos tiempos no ha sido cosa fácil.
Más complejo se ha tornado aún ese proceso cuando las prácticas del autoritarismo que demolieron las instituciones para crear un poder sin disidencias, se enquistaron en varias capas de la sociedad.
Es verdad, la transición no ha sido un camino de pétalos de rosa. Los personeros encargados del poder de Participación Ciudadana y Control Social transitorio( Cpccs-t) han tenido momentos de tensiones internas difíciles y debates que se superaron con voluntad y con el principio elemental: mayoría gana, y se acata, respetando la opinión minoritaria.
Uno de esos episodios se vive en estos días en torno al tema de Contraloría. Luego de encaminar los procesos de designación de otras autoridades, llegó la hora de tomar decisiones.
La opción de convocar un nuevo concurso para nominar a la autoridad fue debatida; se discutió también la propuesta del propio Contralor Subrogante de buscar una reforma de fondo al sentido mismo de la Contraloría y su labor en el cuidado de los dineros públicos y en defensa de los intereses de la sociedad.
Los debates han sido intensos y el consenso se encamina hacia la conformación de un Tribunal de Cuentas, tal como sucede en otros países. Esa fórmula luce mejor que un poder concentrado en manos de una sola persona. La deliberación técnica y no política es más aconsejable que el poder en una sola autoridad.
Esta posibilidad cabe dentro del Acuerdo Nacional invocado por el Presidente de la República, señalaron ayer los miembros del Cpccs-t. Él tiene la capacidad legal de proponer una reforma constitucional que viabilizará el cambio.
El camino no será fácil y habrá que deliberar si se hace por enmienda, reforma o hasta consulta, y faltaría la integración de la Corte Constitucional, pero la propuesta, tal parece, estará hoy en la mesa presidencial.