El nerviosismo experimentado y el desplome de acciones de la Bolsa de Shanghái tiene repercusiones en todo el mundo.
La noticia sacudió a los mercados bursátiles en Europa, Asia y América. Otra vez, luego de pocos días, la Bolsa de China mostraba una severa caída: 8%.
Ese tremor llevaba, por la fuerza de la globalización de la economía, a operaciones que se mostraban a la baja aún en el poderoso Wall Street. No se diga en otras bolsas del planeta.
El gigante asiático creció en años pasados a un ritmo tan vertiginoso que su influencia se dejó sentir en todo el ámbito económico mundial. Llegó incluso, hace pocos años, a experimentar un crecimiento insospechado tiempo atrás del 9%. Entonces China empezó a comprar materias primas, acero, petróleo y a modificar las relaciones económicas de estas materias primas. Los cereales sudamericanos, por ejemplo, fueron muy demandados por la potencia oriental.
Para Ecuador la relación es especial. Tenemos con China una deuda grande, además nos compra petróleo y tenemos compromisos de venta anticipada de crudo. China extrae petróleo ecuatoriano y construye grandes obras hidroeléctricas. Para Ecuador el frenazo chino, que puede conllevar una recesión mundial, puede repercutir en una nueva baja del precio del crudo. El West Texas Intermediate, nuestro crudo marcador, cayó a menos de USD 40 por barril.
Las exportaciones podrían mermarse y el riesgo país podría subir. China pesa, influye, sí que es verdad.