Transmisión eléctrica

Un reto importante para el Ecuador ha sido ir cumpliendo distintas etapas del Plan Maestro de Electrificación.

El primer ‘boom’ petrolero en los años 70 permitió al Estado planificar un crecimiento importante para aprovechar los abundantes recursos hídricos potenciados con las pendientes de las cordilleras y sus cascadas, y construir grandes proyectos hidroeléctricos.

Así se concretaron Paute, Agoyán, Pisayambo y tantas otras obras de gigantescas estructuras, solo posibles de acometer con el respaldo de los recursos que aseguraba del petróleo.

En esta etapa, a la que muchos consideran el segundo ‘boom’ petrolero, más grandes obras se pusieron en marcha. Aunque algunas experimentan retrasos en el cronograma, el mapa está trazado. Antes, en el gobierno de Lucio Gutiérrez se dio la señal de partida para construir Mazar, obra que llevaba décadas de retraso y era el complemento indispensable en generación y acumulación de agua para Paute.

Luego de la incorporación paulatina del potencial de Coca-Codo Sinclair, la posibilidad de llevar la energía a distintos puntos se va concretando en una gran línea de transmisión, lista en un 93.3%. Son torres de 45 metros con capacidad de transportar 500 kilovoltios, frente a los 230 actuales. Se trata de un sistema de 900 kilómetros que logrará que el país entre a una nueva fase de ahorro en generación, aprovechando sus propios recursos. El reto es terminar el cambio de matriz energética.