La tarde de ayer estuvo marcada por una cita esperada: la primera reunión en el Cabildo de Quito entre el alcalde Augusto Barrera, quien dejará el cargo el 14 de mayo, y el alcalde electo Mauricio Rodas.
La reunión es el antecedente de una serie de encuentros que se anuncian para abril. Este tipo de actos tiene especial trascendencia en todas las sociedades democráticas. Ambos dirigentes estuvieron acompañados de varios asesores.
Si bien es cierto que durante el tramo final de la campaña el tono de las declaraciones de ambos políticos se alteró, en atención a los vaivenes de las encuestas que hacían notar el declive de la candidatura oficial y el ascenso -al final de cuentas, indetenible- del contendor, hay que apuntar que a pocos minutos de conocidos los resultados de las encuestas a boca de urna, y a falta todavía de la proclamación oficial de resultados, Barrera reconoció con caballerosidad el triunfo de su rival y lo felicitó.
Una conversación telefónica, como corresponde a una convivencia civilizada, fue otra buena noticia, al tiempo que se fijó la fecha para el primer encuentro.
Ganar y perder, he ahí el juego libre de ideas y posibilidades. En la Municipalidad de Quito no está en juego ni el bastión de la oposición ni la pervivencia del proyecto político que lidera el presidente Rafael Correa.
Sí están en juego el bienestar, la convivencia, la seguridad, la movilidad y las obras que demanda Quito, cuyos habitantes seguramente saludan este primer encuentro y la transición ordenada.