El creciente conflicto entre el Presidente y el Vicepresidente trae a escena el desacuerdo interno de AP, y proyecta sus consecuencias para la vida nacional.
El 24 de mayo, Lenín Moreno hacía manifiesto su deseo de propiciar el diálogo, tras años de confrontación y crispación. Poco a poco, se ha profundizado la grieta entre lo que un sector de AP considera puntos irrenunciables de su proyecto político y el rumbo que Moreno quiere imprimir a su mandato.
Uno de los puntos que mayor discordia ha generado es la visión sobre la situación económica. El Presidente ha hablado abiertamente de crisis y de un gasto desmedido que ha provocado un endeudamiento irresponsable.
El escenario ha mostrado también otras tensiones graves, alrededor de la corrupción. La Fiscalía dio un impulso al caso Odebrecht que terminó con la salida del contralor Carlos Pólit, reelecto al final del Gobierno anterior.
Algunas minas siguen estallando con la revelación de diálogos entre el delator de la firma brasileña y Pólit. La Fiscalía y la justicia están obligadas a corroborar o desvirtuar las presunciones.
La tarea del Vicepresidente ha estado acompañada de acusaciones sobre supuesta corrupción. Es indispensable que se esclarezca si la propició o no.
Un Presidente que ofrece cirugía mayor contra la corrupción, un Vicepresidente que se defiende en todos los espacios, más la postura de apasionados partidarios, crean una situación indeseable frente a las urgencias.