El país puede alegrarse de que los líderes indígenas decidieran levantar el paro y que hayan llegado a un acuerdo con el Gobierno. La firma del acuerdo es un alivio tras una tensión constante de 18 largos días. Sin embargo, si se mira un poco más allá de lo inmediato, se trata de un remezón que fractura aún más la dividida sociedad ecuatoriana.
La lectura del Acuerdo entre el Gobierno y la Conaie, resultado de la mediación de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, tuvo un compás de espera inquietante. Fue evidente en las transmisiones que muchos estaban descontentos y querían que el paro continuara. Otros, en cambio, reconocieron que una buena parte del país vivió con inconformidad que sus derechos a la libre movilidad, al trabajo, les eran conculcados.
Nadie puede desconocer que durante el paro hubo violencia de todo tipo y de toda procedencia, que no vale enumerar ahora. No solamente eran indígenas o infiltrados. Las expresiones racistas provocaban una profunda desazón. Será la justicia la que deberá actuar. Pero sí vale decir que, si se toma el camino adecuado, pueden encontrarse las grandes y necesarias soluciones.
El gobierno del presidente Guillermo Lasso firmó algunos compromisos, que deberá trabajar en su cumplimiento. Se le presenta la oportunidad, luego de que las intenciones desestabilizadoras fracasaran en la Asamblea, de recuperar su imagen que se ha venido a menos. Las organizaciones que lideraron el paro también deben saber que las soluciones no solo se logran por decreto, que la cosa pública es mucho más compleja. La gran mayoría del país reconoce que han vivido una historia de exclusión que se debe superar, pero sus acciones afectaron su imagen.
El compromiso de tener un país que se encamine a un futuro más justo, equitativo, solidario es un deber de todos. Fracturados, el fracaso es el destino. A veces se quisiera pensar -más bien creer y soñar- en que es posible tener un país unido. En el fondo, todos estamos bajo un mismo membrete, cobijados por los mismos colores y cantamos un mismo Himno, aunque se lo pueda hacer en una lengua diferente.