Tensión en Brasil
La ciudad de contrastes, la 'maravilhosa' Río de Janeiro, vivió el fin de semana una jornada extraña cuando un centro comercial del barrio pudiente de Leblon cerró sus puertas.
Los administradores del 'mall' prefirieron ser precavidos. Una convocatoria por redes sociales e Internet llamaba a jóvenes de las favelas (barrios marginales) a concentrarse el domingo en el centro comercial. Los jóvenes se identifican como 'rolezhinos'.
Lo propio había ocurrido días antes en la populosa urbe de Sao Paulo. La medida precautelatoria, cobijada por jueces, fue tomada en ese país crisol de culturas, como una manifestación de racismo y discriminación, y dio pie a anacrónicas referencias a los días donde la esclavitud imperaba.
Brasil se prepara para el Mundial de Fútbol, que convoca a miles de turistas de todo el mundo y que, más allá de la infraestructura de escenarios deportivos y albergues turísticos, demanda de extrema seguridad.
La jornada mundial de la juventud y la presencia del Santo Padre pusieron a prueba hace meses al aparato de control. Pero a nadie escapa que más allá de la imagen bondadosa y pacifista que contagia el papa Francisco, días antes, las calles se sacudieron por brotes violentos.
En Brasil hay inequidad e injusticia social, pese al crecimiento. Hay problemas que pudieran afectar la propia reelección de la presidenta Dilma Rousseff.
El caso de los centros comerciales es una alerta de manifestación nueva y extraña de descontento social.