El consumo preocupa al Gobierno. A tal punto que se estudiarían los límites de cupo en las tarjetas de crédito emitidas por entidades financieras y bancarias. Pero además se ha limitado de modo categórico las líneas crediticias entregadas a través de tarjetas emitidas por las casas comerciales.
La resolución del 5 de junio de la Superintendencia de Compañías (JB-2012-2225) fue corroborada. Hay tres millones de este tipo de tarjetas que no servirán más. El saldo de cuentas por cobrar en las carteras de las casas comerciales es de USD 192 millones.
Hay 23 casas que acudieron a este tipo de estrategias para enganchar más clientes y vender sus productos. Son almacenes o cadenas que expenden especialmente ropa y electrodomésticos. Ya no podrán hacer nuevas emisiones, y los clientes están obligados a pagar los saldos de sus cuentas comprometidas en el plazo fijado.
La operación a futuro se prohíbe. La dinámica de la actividad comercial está vinculada en parte a este tipo de créditos que ya no podrán concederse más.
Las autoridades se han comprometido a un cronograma de evaluación para retirar las tarjetas del mercado. La disposición no rige para las tarjetas de descuentos, que son también muy populares.
Hay una dinámica comercial que sin duda se alterará con la nueva medida y sus impactos en la economía nacional y en la lógica de los negocios deberá estudiarse con detenimiento. El comercio mueve la economía y genera plazas de trabajo.
Durante varios años se divulgó la idea de que la calidad de vida estaba vinculada a la capacidad de consumir. Hoy, con la disposición en vigencia, las personas verán alterados sus hábitos de consumo.