La decisión sobre el alza de tarifas de los taxis está próxima a ser debatida en el Concejo Municipal del Distrito Metropolitano.
Si bien es cierto que las tarifas estuvieron represadas por muchos años, el compromiso nuevo debiera entrañar la mejora de modo sustancial de la calidad del servicio de taxis a la ciudadanía.
Durante largas jornadas, acompañadas de peritajes e informes técnicos, se debatió y acordó un alza moderada de tarifas, que parece ser aceptable. Si las tarifas de los taxis no se modificaron por muchos años, los precios de los repuestos y el costo de la vida subieron en todo este tiempo. Esa circunstancia hacía justa una revisión. La nueva tarifa debe contemplar, sin duda, no solamente las apreciaciones y conveniencias de los taxistas, sino además las de los usuarios.
Se debe desterrar la práctica de no aplicar el uso del taxímetro a discreción de los conductores. Es importante que los sistemas de cámaras de seguridad operen plenamente para beneficio de los clientes y de los propios taxistas.
A estas consideraciones habría que agregar las del nivel del trato que merecen los pasajeros, que no siempre es el adecuado y el que merecen.
Para aplicar las nuevas tarifas se debe considerar que habrá una mínima razonable (USD 1,45) y recargos para los horarios nocturnos.
Pero para que todo funcione hace falta un importante pacto social de los taxistas, los usuarios y la autoridad con el fin de hacer de la circulación, ya de suyo compleja, una travesía confortable.