El horror vivido en Nueva Prosperina, sector en el que se ubican las tres etapas del barrio Socio Vivienda, con la reciente masacre de 22 personas, no es un hecho aislado. Es la muestra de la crisis de seguridad en Ecuador. Es el resultado de años de abandono estatal, crecimiento descontrolado y un entorno donde la pobreza extrema se ha convertido en el mejor caldo de cultivo para el crimen organizado.
La violencia que hoy desangra a este sector del noroeste de Guayaquil no se resolverá únicamente con operativos policiales. Se necesita una estrategia integral que aborde las causas profundas de este problema.
La experiencia de otros países demuestra que combatir la violencia solo con armas no es suficiente. El crimen organizado se nutre del abandono social. También de la falta de oportunidades y de la desesperación de quienes no tienen otra opción más que someterse a su control.
Desde hace décadas, Nueva Prosperina ha sido un territorio de nadie. Sus orígenes se remontan a invasiones masivas de terrenos a finales del siglo XX, cuando familias expulsadas de otras zonas buscaron un espacio donde establecerse.
Sin planificación ni servicios básicos, el sector creció de manera informal, convirtiéndose en una ciudad paralela donde el Estado apenas tiene presencia. Sin agua potable ni alcantarillado para miles de personas, con calles sin pavimentar y escasa infraestructura educativa y sanitaria, este distrito ha sido el escenario perfecto para que las bandas criminales lo tomen como suyo.
La disputa entre los grupos delincuenciales organizados por el control del territorio solo agrava la tragedia. Con al menos 180 muertes violentas en lo que va del año, Nueva Prosperina es un reflejo de lo que ocurre en todo Ecuador: una crisis de seguridad.
La estrategia de militarización y la búsqueda de apoyo internacional anunciada por el Ejecutivo pueden ofrecer resultados, pero deben ser tratados estratégicamente, no solo en el tiempo inmediato, sino que deben ser proyectados para que sean sostenibles.
La experiencia de otros países demuestra que combatir la violencia solo con armas no es suficiente. El crimen organizado se nutre del abandono social, de la falta de oportunidades y de la desesperación de quienes no tienen otra opción más.
En Nueva Prosperina, donde más de 100 000 personas carecen de servicios básicos, la prioridad no puede ser solo la represión. Es fundamental que el Gobierno implemente presencia con control férreo al delito, pero a la par se deben crear programas de desarrollo social, inversión en educación y acceso a empleo digno para que las futuras generaciones tengan alternativas distintas a la violencia.
El desafío es enorme. Ecuador enfrenta una de sus peores crisis de seguridad en la historia reciente. Nueva Prosperina y Socio Vvienda clama por una respuesta holística. Sin esto, cualquier intento de pacificación será solo temporal.