SISMOS: UNA NUEVA ALERTA

De cuando en cuando algún lugar del país se sacude por un sismo. Para que nunca olvidemos que vivimos en una zona de alto riesgo, para no bajar la guardia con una preparación que debe ser permanente y con una alerta consciente.

Minutos antes de las 07:00 del jueves se sintió un sismo. Las emisoras de radio y estaciones de TV lo contaron de inmediato y en pocos minutos llegaban los reportes. Sismógrafos internacionales (Washington) y nacionales daban los primeros datos. Informes registraban el temor regado por casi todo el país (14 provincias).

El registro de 7,2 en la escala abierta de Richter, daba cuenta de la magnitud del sismo, pero la profundidad de 238 kilómetros evitó mayores estragos. Nos salvamos, esta vez, de una gran tragedia, pero la ocasión renueva la indispensable actitud hacia la preparación constante.

Esta debe ser una cruzada cívica permanente en un país con una geografía arrugada, con decenas de volcanes activos, donde las inundaciones y deslaves traen con frecuencia dramas humanos y pérdidas cuantiosas. Basta mirarnos en el espejo del dolor de otros países y recordar lo que puede ocurrir.

Por eso es que el sismo vuelve a poner en perspectiva la alerta permanente. Después de las tragedias de Haití y Chile se organizaron seminarios, encuentros científicos y charlas ciudadanas. Luego volvimos a la normalidad. Nunca debemos olvidar la prioridad que debe guiarnos en esta tierra de naturaleza pródiga pero sinuosa.

Que se siga con rigor en reforzamiento de las estructuras, primero de hospitales, cuarteles y estaciones de bomberos, luego de escuelas y colegios y también edificaciones altas y viviendas. Cada ser humano vale oro. Una sola vida puesta en riesgo por falta de previsión nos debería pesar a todos.

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