El año que está por culminar quedará marcado por las secuelas económicas, políticas y sociales que dejaron las violentas protestas de octubre.
Los 11 días del paro nacional, cuyos efectos se sintieron en prácticamente todos los sectores productivos, terminarán explicando la contracción de la economía en 2019, según el Banco Central del Ecuador.
Las proyecciones de crecimiento en 2019 fueron moderadas a inicios de año y se fueron ajustando a la baja en los meses siguientes.
Esos pronósticos cambiaron en dos ocasiones. La primera estimación del Central apuntaba a un 1,4% de crecimiento, un desempeño bastante modesto que se explicaba por las medidas de ajuste que tenía previsto aplicar el Gobierno con el objetivo de sanear las finanzas públicas.
Esa estimación resultó optimista para el Banco Mundial, que en abril pasado ya preveía un 0,1% de crecimiento, mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipaba una contracción del 0,5%.
A mediados de año, cuando la carta de intención con el FMI estaba en marcha, el Banco Central redujo al 0,2% su estimación de crecimiento, en parte por la caída de la inversión pública, pero también porque la producción de petróleo no aumentaba conforme a lo planificado.
A finales de octubre, y luego de que las cámaras de empresarios reportaran pérdidas por unos USD 1 600 millones durante las protestas, el Banco Central anunció que revisaría a la baja su estimación de crecimiento.
Al final, esas pérdidas se cuantificaron en unos USD 800 millones. La diferencia con el monto que manejan los empresarios se explica porque no todo lo que se dejó de vender en octubre se tradujo en pérdida. La producción de las florícolas, por ejemplo, sí se cosechó y se perdió, pero en otros casos se fabricaron muebles que no se lograron vender, aunque el producto no se dañó.
Con esos ajustes, el 2019 se convertirá en el segundo año de contracción en dos décadas de dolarización. Para reactivar la economía, que lleva cinco años de estancamiento, se necesita de acuerdos que aún no se logran.