Luego del revés en el plebiscito del domingo 2 de octubre, en el cual triunfó el ‘No’ al acuerdo de paz con las FARC, Juan Manuel Santos recibió el viernes último una buena noticia.
Esta, no obstante, implica a la vez un serio desafío para él.
El Comité noruego comunicó que adjudica el Premio Nobel de la Paz a Santos para apoyarlo en el proceso. La ceremonia de entrega del galardón se llevará a cabo en Oslo, la capital de Noruega, el 10 de diciembre próximo.
El Comité reconoció los esfuerzos que ha realizado el presidente Santos para firmar un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). También, resaltó el empeño del Mandatario colombiano por acabar con un conflicto de 52 años de duración, el más prolongado en el Hemisferio Occidental.
Pero el anuncio hecho en Noruega, que ha sido saludado por la comunidad internacional e incluso -aunque con reparos- por el expresidente Álvaro Uribe, trae aparejada una serie de retos.
El Jefe de Estado colombiano dispone de pocas semanas para encarrilar de nuevo el proceso de pacificación.
Y también se halla inmerso en una carrera contrarreloj para renegociar el pacto sellado con la guerrilla dirigida por Rodrigo Londoño y ponerlo en los términos que satisfagan a todas las partes, en especial a los impulsores del ‘No’. La pacificación en Colombia es un imperativo no solo para el hermano país. Si finalmente se concreta, incidirá de forma positiva en la región.