Las emociones que genera el Mundial Catar 2022 sirven en estos días como paliativo de los problemas que tiene el país, muchos de ellos graves y algunos estructurales. Hablamos, por ejemplo, de pobreza, corrupción, inequidad, brecha de género y la violencia que desatan las bandas criminales tanto en las calles como en las cárceles.
Y justamente el control que han ejercido integrantes de las mafias en los centros de rehabilitación social se ha convertido en una de las mayores dificultades de Ecuador, por las implicaciones que tiene al interior de las penitenciarías como fuera de ellas.
Un reportaje que se publica hoy en la página 9 de este Diario muestra una de las facetas de la crisis carcelaria: la dificultad que tienen los internos para acceder a tratamientos de salud y medicamentos, incluso si estos son de tipo básico. Y la cuestión se complica aún más si se trata de un problema de salud crónico y, qué decir si es un caso de enfermedad catastrófica o rara.
El tema tiene múltiples dimensiones. Por un lado está la histórica deficiencia del llamado sistema de rehabilitación social ecuatoriano y que se expresa, en este caso, en la carencia de profesionales e insumos de atención médica.
Pero lo más grave, como denuncian familiares de privados de la libertad internos en la Penitenciaría del Litoral, es la corrupción imperante en ese reclusorio, lo cual se repite en otras cárceles. Corrupción de la que participan tanto internos como funcionarios, según lo dicho por quienes hablaron con EL COMERCIO.
Como ocurre con todo lo necesario para vivir en los centros de reclusión del país, recibir atención médica o acceder a medicamentos, aunque estos sean provistos por los allegados de los enfermos, tiene un precio. Y este lo imponen tanto los reclusos que controlan las prisiones como guías a los que los familiares deben pagar para que las medicinas ingresen.
Situaciones como esta tornan invivible la situación en el interior, al tiempo que fomentan la violencia por el control de estos negocios y reproducen un sistema de corrupción, mientras que desnudan el nulo control estatal de las cárceles.