La esencia de un sistema de seguridad social es la solidaridad. Pero su sostenibilidad económica en el mediano y largo plazos es tanto o más importante.
Hoy se debate intensamente en el país, al igual que en el resto del mundo, sobre el modelo más adecuado para las prestaciones de servicios de salud y sobre todo de pensiones jubilares. Los cambios se deben al aumento de la expectativa de vida y a los modelos disrruptivos en los mercados laborales.
En el caso ecuatoriano, el debate está cruzado por la falta de claridad en las cifras. Se necesitan nuevos cálculos actuariales para dimensionar el déficit que registran, sobre todo, los fondos de pensiones y de salud. Medidas antitécnicas y de corto plazo llevaron a las autoridades a utilizar los recursos del fondo de pensiones para atender las necesidades del fondo de salud, lo cual descapitalizó al primer fondo y no resolvió el problema del segundo.
En cuanto a las prestaciones de salud, el afiliado tiene que esperar días, semanas o meses, dependiendo de la especialidad. Es una de las consecuencias de la ampliación desproporcionada de la cobertura para beneficiarios que no contribuyen, una cifra superior a los 4,7 millones, en función de los afiliados que sí contribuyen (unos 3,6 millones).
El aumento de beneficiarios, sin el correspondiente financiamiento, es uno de los factores que explican el déficit en el fondo de salud. Y no hay que olvidar una deuda de USD 2 500 millones que todavía no se cobra al Estado.