Dentro de los grupos de seres humanos vulnerables, los desplazados por catástrofes y violencia, así como los que deciden irse y dejar todo atrás, se cuentan entre los más afectados.
Miles de ecuatorianos han emprendido éxodos internos y al exterior. Estados Unidos, Venezuela, España e Italia se cuentan entre los destinos preferidos. Muchos de quienes buscan mejores días en EE.UU. son de extracción humilde. Acosados por la angustia acuden a los coyoteros que ofrecen el paraíso a un alto costo.
El trasiego humano por mar o caminando largas jornadas entre Centroamérica y la travesía por la frontera desértica que une (¿o separa?) Estados Unidos y México es una historia repetida y dolorosa.
Algunos logran llegar, instalarse y trabajar en jornadas extenuantes. Pero otros quedan en el camino: muchas veces hallan la muerte al estar expuestos a mafias de trata de personas. Las familias que nunca más reciben noticias afrontan este drama. Por eso la situación de los migrantes clama por ayuda humanitaria.
En México hay un centro de acogida de la Iglesia Católica. La Cruz Roja ha empezado a hacer su parte. Es importante que esta organización empiece a sistematizar la búsqueda y colabore con la homologación de información entre países para la dura tarea de identificar cadáveres de personas sin documentos. Es una tarea larga y farragosa, pero loable en cuanto alivia el drama de los deudos.