El proceso de paz en Colombia corre peligro. Las conversaciones en La Habana experimentan frenos y la guerrilla sigue activa.
El Ecuador debe tomar precauciones en una frontera que, desde el fin del conflicto fronterizo con Perú y la firma de la paz, siempre ha sido motivo de preocupación, alerta militar y preparación.
La semana pasada, los ataques de los guerrilleros de las FARC dejaron un soldado herido. Enseguida surgieron las versiones oficiales contrapuestas que divergían en el origen de las balas.
Desde Colombia se decía que los ataques se provocaron desde territorio ecuatoriano y en Ecuador se dijo lo contrario. Más allá de esta discrepancia que habrá de investigarse para llegar a la verdad, el hecho es que pasa algo.
Ecuador siempre ha sostenido con argumentos que las zonas fronterizas han carecido de una presencia vigorosa de la institucionalidad colombiana. En tiempos en que la guerrilla mostraba poder militar la situación era más crítica.
Los diálogos de paz en La Habana sufrieron un retroceso por el ataque de la guerrilla que mató a 11 soldados en el departamento de Cauca. Es difícil aceptar que los narcoterroristas sigan atacando mientras en la mesa de negociación se busca la paz.
Esa realidad, que para muchos es una demostración de fuerza para sacar ventaja, puede dinamitar el proceso de paz, de suyo complicado por las aspiraciones de las FARC sobre los procesos de la justicia y su inserción.
Los ataques en Colombia y en la frontera con nuestro país son una mala señal.