Nada más importante que recobrar la normalidad. Si la democracia estuvo en peligro, solo la aplicación de la ley y la reivindicación de la justicia son garantía de estabilidad.
Las jornadas de protesta social -movidas por la dirigencia indígena y que cobraron una deriva peligrosa al desatarse en actos vandálicos y terroristas- enfocan la atención del país en buscar la paz y el orden.
La paz, bien social primordial, luego del respeto a la vida y a la integridad física, solo se alcanza con el respeto al ordenamiento jurídico. La vigencia real de las leyes debe cimentarse en jueces y fiscales competentes, probos y valientes para cumplir con su papel en pro del país.
Seguir con los debidos procesos, escuchar a las partes en litigio y privilegiar el bien común sobre los intereses particulares, es su alta misión.
Jamás deben sucumbir ante la corrupción y las presiones de todo tipo, a los tentáculos políticos que ciertos líderes manejaron a su antojo, tejiendo un velo de encubrimiento y protección que quisieron entronizar.
La sociedad está expectante sobre la evaluación de los jueces y las decisiones que en la materia debe hacer el Consejo Nacional de la Judicatura, luego de corregir acciones que pudieron desvirtuar la pulcritud requerida de los operadores de justicia.
A los autores, instigadores y cómplices del vandalismo organizado y el intento del subvertir el orden debe aplicarse la ley, siempre y cuando se cuente con pruebas sólidas.
Para quienes cometieron actos terroristas que atentaron contra bienes públicos y privados, servicios que son indispensables para la comunidad, el patrimonio cultural y los edificios públicos y locales comerciales, toda la aplicación de la ley.
Para los presuntos terroristas y delincuentes no cabe ni la impunidad ni las concesiones graciosas.
Una sociedad se asienta en aquello que proclamó Benito Juárez: ‘el respeto al derecho ajeno es la paz’.Respeto a la libre circulación y a la seguridad, con una fuerza pública que cumpla sus tareas. El Ecuador es uno solo y es descabellado el intento de crear fuerzas al margen de la ley.