La relación con EE.UU.

La visita del presidente Rafael Correa a Estados Unidos, aunque tuvo el propósito de encuentros académicos, también arroja una lectura política nueva.

Desde la misma señal de aceptar con pragmatismo la posibilidad de acogerse a líneas de crédito del Banco Mundial -entidad denostada junto a otros multilaterales antes-, hasta las palabras de la Embajadora de nuestro Gobierno en Washington, en una entrevista con EL COMERCIO, podrían mostrar un momento distinto.

Nathalie Cely dijo que 'El Presidente ha sido crítico de varias posiciones de EE.UU., pero no significa que no tenga un gran amor por este país'. Esa voz moderada contrasta con las persistentes alusiones al imperialismo y a la soberanía que han sido la marca del discurso oficial durante casi siete años de Gobierno y que, en términos generales, no ha dado réditos.

Hay un giro evidente hacia el pragmatismo que se nota no solo en la política de comercio exterior -como en el caso de los potenciales acuerdos con la Unión Europea- sino en el discurso político maximalista de otros tiempos.

Cely apuntó las razones que tiene el Gobierno para desconfiar. La declaratoria de persona no grata a la embajadora estadounidense Heather Hodges en Quito, tras las filtraciones hechas por Julián Assange, o el caso Snowden, marcaron tensiones incómodas para EE.UU.

Tener una relación clara y frontal pero respetuosa es indispensable, y en esa postura no se juegan, ni mucho menos, la soberanía ni el orgullo nacional.

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