Sin dudas, La Mariscal es uno de los barrios emblemáticos de Quito. Fue la ciudad jardín de la capital de inicios del siglo pasado y se comenzó a poblar desde comienzos de los años veinte, cuando las élites quiteñas comenzaron a salir del centro.
Su arquitectura moderna para la época, con palacetes y chalets, lo convertía en uno de los barrios más pintorescos de la ciudad. Ya en la década los 70, se convirtió en la zona comercial y financiera, pero también el lugar a donde iban los jóvenes.
En los 90 se inició el proceso para convertirse en la zona bohemia de Quito. Aparejado a ello, comenzaron también otros problemas. Aquellas élites que la poblaron, decidieron irse más al norte e incluso a los valles. Y se convirtió en una zona rosa con todo lo que aquello implica.
Varios intentos hubo de regeneración para que se convierta en un lugar seguro y amigable para locales y turistas que encontraban allí la vida nocturna de Quito. Fue declarada zona especial turística y tuvo un nuevo apogeo en el que se buscaba que sea la zona en donde se podía vivir y, a la vez, tener un espacio de convivencia social.
Sin embargo, no se lo pudo sostener en el tiempo. Delincuencia, microtráfico de drogas estaba a la vista. El barrio se fue vaciando de sus habitantes, pero se mantenía la intensidad festiva. Sin embargo, desde hace una década, se sentía las tensiones sociales.
La pandemia del covid-19 agravó esta crisis. Y La Mariscal perdió todo el movimiento. Ahora, por las noches, es apenas una sombra de lo que fue, aunque siga conservando los mismos problemas.
La actual administración municipal tiene un plan para recuperar la zona. Además de convertirla el año pasado en una Administración Zonal, que integra las parroquias La Floresta y la Belisario Quevedo, hay el plan para convertirlo en un distrito de innovación, al estilo de los que tiene Barcelona y Medellín.
Estas zonas de innovación, en donde se unen la comunidad, los innovadores, expertos en tecnología y la administración de la ciudad, pretende ser un polo para el desarrollo de la ciudad fundamentado en la tecnología.
Es idea muy interesante. Además, La Mariscal tiene un enorme potencial. A pesar de la mala imagen que pueda tener, aún se desarrollan actividades artísticas, ferias artesanales y de antigüedades, como en San Telmo, Buenos Aires. Además, es una zona con un enorme potencial, tanto por los servicios que tiene, sus características arquitectónicas e incluso geográficas. Su carácter plano en una ciudad llena de cuestas le hace un lugar caminable; ocupar el espacio público es algo que los quiteños deben reconsiderar: una ciudad con sus pobladores en la calle es una ciudad segura.
El proyecto, que aún espera implementarse, es una interesante idea. Lo ideal es que, de lográrselo, se pueda mantener en el tiempo. Para ello se requiero del compromiso y el esfuerzo de las autoridades municipales, actuales y futuras, la Policía Nacional, las agencias metropolitanas competentes para incidir en la zona, las universidades, los emprendedores y creadores, la comunidad en general, para que este barrio vuelva a lucir y recuperar el movimiento que nunca debió perder.