La Unidad de Fraccionamiento de Craqueo Catalítico, FCC, la parte medular de la Refinería de Esmeraldas, se detendrá.
Durante un mes – marzo – se harán los trabajos para evitar enojosos riesgos y el costo de esos ajustes se incluirán en el Presupuesto del año 2018.
Para sortear el desabastecimiento, las autoridades analizan importar combustibles o enviar el crudo a plantas refinadoras del sur del continente. El Ecuador importa el 36% del consumo de sus derivados que se estima, según datos del Banco Central a agosto de 2017, en 239 200 barriles por día.
El grueso del consumo nacional se refina en Esmeraldas, Shushufindi y La Libertad, pero la refinería asentada en la provincia verde es la más grande.
Lo curioso de todo esto es que en el 2015 la Refinería de Esmeraldas tuvo una larga para que le costó millones al país y sobre la cual las autoridades de la época todavía deben rendir cuentas.
La obra total terminó costándole al erario nacional USD 2 200 millones, una cifra mucho mayor que la presupuestada. El tiempo de los trabajos se extendió más de lo ofrecido.
Y, como si todo lo dicho fuera poco, apenas dos años después la Unidad FCC no funciona adecuadamente y tiene riesgos severos, según lo evidenció en visita pasada el propio Ministro de Energía. Un trabajo mal hecho y caro que causa prejuicios al país y pone en riesgo la operación y la seguridad.
Cosas que pasaron en la década ganada y que deben ser indagadas a fondo.