¿Realmente estamos preocupados por Ómicron?

Estos titulares suenan a anécdotas: Ómicron vacía las estanterías de los supermercados en EE.UU. o aerolíneas cancelan vuelos por contagios de su tripulación con la variante Ómicron. Más que hechos anecdóticos pueden ser tomados como alertas.

Otro encabezado periodístico, de El País de España, es más directo y contundente: “La Ómicron se instala en Latinoamérica sin que los gobiernos tomen medidas duras”. La publicación, del pasado 14 de enero, alerta que los hospitales de la región ya empiezan a sentir la presión por el aumento de casos provocados por las variantes del SARS-CoV-2. “Los gobiernos de la región intentan hacerle frente a la crisis sanitaria animando e incluso presionando a la población que no está vacunada para que lo haga. Pero evita, de momento, imponer restricciones como las del año pasado que mantuvieron a la población de ciertos países bajo continuos confinamientos”.

Cada estado de América Latina tiene sus razones para retornar a las medidas extremas como las cuarentenas. Una nueva afectación a la economía es -quizás- la principal razón para descartar una decisión tan difícil, especialmente porque para muchos gobiernos el 2022 era (o todavía es) el año de la recuperación. Asimismo, se anticipaba un retorno paulatino a la ‘cotidianidad’ en las actividades laborales y académicas. Ahora mismo, en el caso ecuatoriano, esa idea tiene reparos. Las agrupaciones de maestros públicos, por ejemplo, han expresado su preocupación por el anuncio de la presencialidad a las aulas. Paralelamente, en Guayaquil se decidió que las clases seguirán virtuales por 30 días más. El COE de esa ciudad, además, extendió a nivel alerta 3 hasta fin de mes. Son medidas que -en este caso- toma cada gobierno local para enfrentar su realidad; sin contar que deben enfrentar el desafío de realizar pruebas a la población.

Ómicron hace que los planes de cualquier autoridad cambien y les obliga a que se preparen estrategias integrales para evitar que se agudice una crisis sanitaria que detenga -otra vez- el avance a una reactivación social.

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