El 24 de mayo de 2017 finalizará el período presidencial para el que fue electo por tres ocasiones Rafael Correa. Si pasa la enmienda constitucional en la cual el movimiento gobiernista está empeñado, podrá ser otra vez aspirante al solio (sería su cuarto período consecutivo).
Ni el Gobierno ni su partido ni su robusto bloque legislativo piensan dar paso a la consulta popular, que sería un mecanismo idóneo para que el pueblo decida sobre esa posibilidad.
Más allá de detalles y mensajes del Informe a la Nación, es tiempo para hacer reflexiones. Ya habrá espacios para tocar los ejes del discurso. Por ahora caber apuntar lo que marcará a los años venideros: la economía, la política y lo social.
No está por demás mirar al pasado reciente, medir las consecuencias de unas elecciones seccionales que arrojaron un escenario político variopinto. La hegemonía a la que se acostumbró Alianza País -que sigue siendo la primera fuerza- no sé cumplió. Tal vez de allí viene la idea oficialista de volver a una mejor representación de las minorías, por lo que pueda ocurrir.
En materia económica estuvo la advertencia de Correa en 2014 vaticinando un año difícil y ahora, con un petróleo estable, diciéndonos que lo peor ha pasado. Habrá que mirar las cifras de crecimiento, inflación, deuda, empleo e inversión en los próximos meses. En lo social el país está polarizado y fraccionado, tal como se vio en las varias movilizaciones sociales. Todo eso marca de aquí al 2017 una ruta distinta a la acostumbrada.