La Agencia Nacional de Tránsito, la Policía y el Municipio de Quito han aumentado el número de radares para controlar la velocidad.
Pese a la inversión en equipos de alta tecnología, las cifras muestran que los accidentes de tránsito siguen produciéndose, según constató la nota publicada en Diario EL COMERCIO el viernes.
Entre 2010 y 2014, los números indican que el exceso de velocidad es una causal cuya incidencia en los siniestros se incrementa de modo preocupante.
Es verdad que cada vez hay más vehículos circulando y eso aumenta las posibilidades de accidentalidad. Es verdad, también, que la mezcla de impericia con la imprudencia y la alta velocidad se vuelve un coctel peligroso.
También es cierto que un beneficio mal usado puede causar mayores tragedias. El país cuenta hoy con mejores carreteras.
Esa importante obra pública, que ha supuesto millones de dólares de inversión, ha dotado a los usuarios de vías en las que se puede circular a una velocidad mayor que la de antes. Por eso también es importante extremar las tareas de señalización para advertir sobre los riesgos en la carretera y sobre los límites de velocidad estimados de manera técnica y precisa para cada parte de la ruta.
Otro aspecto importante sería desarrollar una campaña vial permanente para advertir de los riesgos. Esa es una buena razón para desplegar esfuerzos estatales. Cabe un llamado a la conciencia colectiva para que el dolor de los accidentes viales no nos siga causando profundas heridas.