La temporada decembrina en Quito, marcada por las Fiestas de Fundación, la Navidad y Fin de Nuevo, es un periodo que llena de alegría y tradición a la capital ecuatoriana. Sin embargo, año tras año, esta época evidencia una urgente necesidad de reorganización para enfrentar los desafíos que trae consigo.
La ciudad, ya golpeada por problemas de movilidad en horas pico y cortes de energía eléctrica desde septiembre de 2024 debido a la sequía, ve agravada su situación con el aumento del movimiento urbano. Las chivas recorren las calles, animando con música y baile, mientras los conciertos gratuitos atraen a multitudes (como ocurrió la última semana), en medio de quienes se trasladan a sus sitios de trabajo, estudio u hogares. A esto se suma la alta concurrencia a centros comerciales y zonas de comercio, que experimentan un flujo elevado de personas en busca de regalos y celebraciones.
Además, las obras públicas en curso, aunque necesarias y prometedoras, intensifican el caos. Calles cerradas, desvíos y deterioro en el pavimento convierten el desplazamiento en una odisea, mientras semáforos fuera de servicio por la falta de electricidad contribuyen a desordenar aún más el tráfico. La falta de una planificación urbana adecuada en estas fechas especiales resalta la necesidad de una acción inmediata y estratégica.
Es imperativo que las autoridades locales asuman un rol más proactivo. Quito necesita operativos de tránsito más efectivos, habilitación de rutas alternas y mayor presencia de agentes de control en puntos críticos. La coordinación con empresas de transporte público para ampliar los horarios y frecuencias también ayudaría. Esta es una historia que se repite cada año y no hay una medida que funcione realmente.
Sin embargo, la responsabilidad no recae únicamente en las instituciones. Los ciudadanos debemos contribuir con pequeñas, pero significativas acciones: planificar salidas con anticipación, utilizar transporte público o compartir vehículos, y respetar las normas de tránsito. Cada decisión individual puede aliviar, aunque sea mínimamente, el peso del caos colectivo.
Los diciembres pasados han dejado claras lecciones. Quito no solo necesita reorganización para superar este periodo, sino también un compromiso compartido entre autoridades y ciudadanía. Si logramos un esfuerzo conjunto, esta temporada podrá ser no solo un motivo de celebración, sino también una oportunidad para demostrar que la capital ecuatoriana puede afrontar sus retos con resiliencia y orden.