Quito y la visita del Papa

Este Diario ya lo anticipó. La capital ecuatoriana fue un ‘laboratorio’ urbano durante los días de la visita del papa Francisco.

Por lo general, un banco de pruebas arroja resultados. Es bueno que las autoridades del Distrito Metropolitano, así como los otros organizadores, los examinen con calma, los procesen, saquen sus conclusiones y las comuniquen de forma clara por distintos canales.

El propósito final de la experiencia que Quito vivió con la presencia de Su Santidad es sacar provecho de los procesos aplicados. Solo así se podrá mejorar aún más lo que salió bien -que es conveniente destacar- y corregir los errores inevitables cuando juegan tantos factores.

Esa es la dinámica de la retroalimentación que se da en las urbes en transformación. Más aún cuando Quito es una de las principales entradas a un país que aspira a convertirse en potencia turística.

Hubo dificultades en la movilidad, lo cual era previsible, dadas las condiciones geográficas de la urbe y los conocidos problemas del transporte público. Otro problema inherente a las grandes aglomeraciones es la inseguridad. También hay quejas de comerciantes acreditados, que tuvieron dificultades a la hora de expender sus mercancías.

Otro problema, atribuible a los ciudadanos antes que a las autoridades, que tomaron precauciones, es la basura que se acumuló en las concentraciones.

En definitiva, una capital se nutre de las buenas experiencias -y también de las malas- alrededor de un evento masivo. La visita de Francisco fue uno de ellos.

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