Mauricio Rodas se convirtió de pronto en centro de atención de algunos grupos que rechazan su gestión.
En días pasados, el Alcalde de Quito tomó una postura y salió a la calle a protestar junto con miles de ciudadanos que se sentían indignados por los polémicos proyectos de leyes de herencias y plusvalía que el Presidente quiso aprobar en la Asamblea Nacional. Antes de la visita del Papa, el ambiente se fue caldeando y a las protestas de la gente común, los más de clase media, se sumaron partidos de oposición y dirigentes.
Las personas tiene derecho a expresar su punto de vista en la calle. Esa protesta debe ser enfocada en el marco del respeto, con altura, guardando formas y cuidando la propiedad pública y privada.
La reacción de Mauricio Rodas, al parecer, tuvo su réplica. Sectores autocalificados de ciudadanos han llevado adelante protestas por diversos motivos, mostrando su descontento con la gestión municipal. Los hay quienes incluso promueven una revocatoria de mandato.
En esa línea, militantes del movimiento oficialista se cuidan en decir que ellos no alientan esa idea, pero al tiempo organizan debates por los barrios de Quito para hablar de la tesis de la equidad y la justicia social, donde a la vez salen a flote los temas de la administración edilicia. Un derecho evidente, pero detrás del cual parece haber un objetivo político como respuesta a la posición del Alcalde.
Quito no puede quedar atrampada en una lucha que pudiera paralizar la indispensable obra pública.