Daniel Noboa, presidente de Ecuador, acaba de reconocer como presidente electo de Venezuela a Edmundo González. Ya lo había hecho, el jueves 1 de agosto de 2024, el Gobierno de Estados Unidos.
De esta manera se suman más voces que cuestionan la legalidad y legitimidad de la reelección de Nicolás Maduro en la presidencia de Venezuela.
El chavismo y sus aliados en la región desestiman los cuestionamientos y los califican como intromisión en la soberanía de Venezuela. Sin embargo, la gente de a pie; aquella que tuvo que salir de su país por la crisis económica o por la persecución política, clama un cambio más allá de la disputa ideológica del imperialismo y socialismo.
La crisis económica y migratoria en Venezuela ha alcanzado niveles alarmantes en julio de 2024. La situación genera un impacto significativo en los países vecinos de Latinoamérica. La consecuencia: una exacerbación en problemas sociales y económicos, y -por ende- un aumento preocupante de la xenofobia.
En julio de 2024, Venezuela todavía enfrentaba hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas. Además de falta de oportunidades laborales, lo que obliga a millones de venezolanos a abandonar su país en busca de mejores condiciones de vida. Según la ONU, más de 7,7 millones de venezolanos han huido del país, lo que representa una de las mayores crisis migratorias del mundo. Esto impacta a países como Colombia, Perú, Chile o Ecuador.
Las decisiones políticas afectan nuevamente a las personas de a pie. El último cierre de las representaciones diplomáticas de Venezuela en Perú ponen en aprietos a los migrantes venezolanos. Perú alberga a más de 1,2 millones de venezolanos.
Colombia ha recibido a más de 1,8 millones de venezolanos, lo que ha generado una presión significativa sobre sus servicios públicos y su economía. La llegada masiva de migrantes ha llevado a un aumento en la competencia por empleos y recursos, lo que ha llevado al límite a las tensiones sociales y ha fomentado la xenofobia.
No se vislumbra una salida fácil para la crisis en Venezuela. Nicolás Maduro está enraizado en el poder y las opciones de la oposición, lideradas por María Corina Machado y Edmundo González, dependen también del respaldo de sus seguidores. En el exterior se agrupan fuerzas, declaraciones y condenas, pero la diplomacia se queda corta para resolver una crisis que el chavismo quiere ocultar.