Las fuertes manifestaciones en 169 ciudades de Brasil, que piden la salida de la presidenta Dilma Rousseff, preocupan.
La Presidenta se hunde en un pozo de impopularidad, causada por los muchos y muy seguidos escándalos de corrupción que no solamente atraviesan su Gobierno sino el de su antecesor y coideario Luiz Inácio Lula da Silva.
Una incursión, ayer, en la sede del Partido de los Trabajadores(PT), del que son parte Dilma y Lula, añade un misterioso ingrediente a la presión generalizada.
A ello habría que sumar la caídas de las bolsas de São Paulo, uno de los mostradores bursátiles más importantes de toda Sudamérica. Este lunes cayeron por quinta ocasión consecutiva.
La agencia DPA registró el pronunciamiento en redes sociales del exmandatario socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, quien dijo: “El gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff es legal pero ilegítimo y la mandataria debería tener un gesto de grandeza y renunciar o admitir que se equivocó, para evitar la desarticulación creciente del Gobierno y del Congreso”.
Primero, los escándalos de sueldos desproporcionados durante el gobierno de Lula (‘Mensalão’), luego las críticas por el manejo de millonarios recursos en la infraestructura para el Mundial 2014. Y ahora, los juicios y órdenes de prisión de políticos y empresarios por el manejo de los contratos con gigantes de la construcción y Petrobras deterioran cada vez más la magra popularidad de Dilma Rousseff. La situación es crítica.