Ni el ex-Penal García Moreno se cerrará inmediatamente ni la cárcel de Latacunga está lista para albergar a los 4 800 presos cuya capacidad promete.
Sencillamente, la medida de la semana pasada, justo unos días antes de las elecciones de Alcalde, pareció pasar inadvertida para los vecinos de Quito, pero fue determinante en el malestar que creó en la opinión pública de la ciudad de Latacunga que, como ocurrió en la mayoría de capitales de provincia, dio la espalda a los candidatos de Alianza País.
El alcalde de Latacunga, Rodrigo Espín, advirtió que los permisos de habitabilidad no fueron concedidos por el Cabildo. La cárcel de Latacunga no está terminada. No hay agua en las tuberías, las duchas frías enferman a varios de los 351 detenidos y los escombros no esconden que las obras están todavía por terminarse. La Comisión Ecuménica para Los Derechos Humano (Cedhu) ha expresado su preocupación por las precarias condiciones de los presos trasladados de modo apresurado.
Los trabajos se realizan a marchas forzadas para concluir el 31 de marzo, fecha comprometida, pero todavía no está el muro ni las torres de vigilancia.
Mientras en Quito, el proyecto de la Municipalidad habla de un hotel de lujo y un museo, pero su construcción puede tardar tiempo, una vez que se evacúen los presos y las adecuaciones de seguridad y acceso del entorno todavía están en fase de estudio. El nuevo alcalde, Mauricio Rodas, tendrá bajo su responsabilidad un tema más del cual preocuparse.