El asesinato de un colega periodista preocupa. La muerte, en manos de sicarios, del dueño del portal digital Ola Manta, Gerardo Delgado, genera cuestionamientos sobre las acciones que realmente toma el Estado (y todos sus poderes) para proteger a los periodistas en su ejercicio profesional.
Asimismo, se retoman preguntas sobre la real acción de la justicia ecuatoriana para no dejar impunes a los autores materiales e intelectuales, cómplices y encubridores de otros crímenes que han quitado la vida a compañeros de este oficio, incluidos Paúl Rivas, Javier Ortega y Efraín Segarra. Colegas y amigos de EL COMERCIO, los tres fueron secuestrados y asesinados en cumplimiento de su labor periodística.
Sí preocupan las muertes violentas de periodistas porque siempre la partida de un ser humano es un golpe durísimo e inexplicable para su familia y amigos, pero también preocupa porque es un atentado contra la libertad de expresión. El periodismo siempre será incómodo para el poder, para los opresores, para los grupos criminales, para los políticos corruptos…
Un Estado debe garantizar y respetar el trabajo de los periodistas, sin embargo, en el país aparecen políticos que intentan amordazar la libre expresión con leyes que -entre otras cosas- buscan la censura. Asimismo, se agrede a los periodistas por opinar diferente o por denunciar injusticias y exigir cambios que no están en el radar de los gobernantes y se olvida que la democracia se construye con la diversidad de criterios.
La libertad de expresión no es potestad del periodismo; es un derecho de todos los ciudadanos porque de esta manera puede exigir que se respeten todos sus derechos humanos incluida su individualidad. Las amenazas a la libertad de expresarse, como recuerda la historia mundial, siempre vienen desde los grupos de poder, desde los gobiernos que no quieren cambios o desde organizaciones criminales que no les importa silenciar a quienes denuncian sus abusos. Un Gobierno democrático debe entender que sin el periodismo es imposible generar una sociedad justa, a pesar de la diferencia de criterios y opiniones.